¡Esto de tener blog es verdaderamente divertido! Los escritores aficionados como yo encontramos un espacio para publicar sin censuras todo lo que nos venga en gana, lo cual es bueno para la quimérica estructura de libertades que tanto se promulga y una auténtica pena para las letras en general. Uno no tiene que pasar por los complicados procesos de edición y publicación de libros (o artículos), simplemente te sientas en la computadora y dejas que las ideas fluyan hasta la punta de tus dedos y comienzas a teclear. Cinco minutos, media hora, cuatro horas ¿qué importa? de repente finalizas tu post y, si eres delicado con tus textos le das una repasada y corriges lo que te desagrada, si no, te saltas al siguiente pasó y presionas el botón virtual de "Publicar entrada" y ¡wow! en un
zipi-zape está tu escrito publicado, al acceso de todo aquel que tenga una computadora (y que se encuentre por casualidad, curiosidad o convicción en el blog).
¿Resultado? A menudo una redacción pésima, que quizás no lo sea tanto como la ortografía o, aún peor, el contenido mismo del blog. Ni modo, así es esto de la libertad.
Para fortuna de los lectores, también está la libertad de la no lectura, así que si de repente encuentran este blog y no llena sus espectativas, les recomiendo leer, por ejemplo, el libro de Samuel Becket Esperando a Godot, que en realidad es el ¿libreto? para una puesta en escena. Divertidísima, abusrda y de esas que te dan materia para reflexionar.
En mi caso, a estas altas horas de la madrugada (01:08 pm), tengo que escribir un comentario del libro y, a pesar de que me ha gustado tanto, no se me ocurre qué escribir ¡Tan contenta que estaba! Libre de las presiones universitarias de tener que redactar algo inteligente y que satisfaciera mi gusto, digamos, estético (aunque el término no es muy apropiado para lo quiero expresar).
Como sea, aquí ando pensando en otras cosas y personajes de la vida real, en sus tristezas, en sus palabras y en el día en que pueda encontrármelo otra vez... en lugar de idearme una buena reseña del mentado libro... que es bueno, por cierto. Ya lo había dicho ¿no es así?