Te lo explicaré de otra forma. Todo esto es… como enfrentarse al mar. Una inmensidad enigmática, que lo mismo inspira calma como el más profundo terror; azota violentamente contra las rocas, revuelve, hunde, ahoga, revuelca y al final te escupe misericordioso a la arena. En medio de la confusión intentas acoplarte a la tierra firme, pero la quietud te atormenta: has probado el frenesí marítimo y te has hecho adicto a él. Mientras que la arena sólo toca tus pies, el mar empapa todo tu ser y cuando la arena a penas se mueve con el soplo del aire, el mar nunca se paraliza gracias a su fuerza interior. Entonces te das cuenta del poder hipnotizante de ese monstruo sin forma, comprendes que prefieras tu miedo paralizante a la falsa tranquilidad del suelo, sabes que aún quedándote en la arena escucharás el rugir del mar y pensarás que clama por ti. Llegado a esta conclusión darás media vuelta, te zambullirás nuevamente y esperarás hasta la siguiente tregua… o aprenderás a vivir con él, comprenderás su cadencia, te fortalecerás en medio de su poderío y experimentarás el arte de nadar en su superficie y bucear en su interior.
Es algo así. ¿Me explico?
Es algo así. ¿Me explico?
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