18 marzo 2009

Abrazos gratis... siempre.

Sólo una vez en mi vida me he puesto a regalar abrazos a desconocidos en la calle. Fue hace como un año en el zócalo capitalino con mi tía y unos cuates de ella. Llevamos cartulinas con la leyenda "Abrazos gratis" o "Se regalan abrazos" y algunos fueron vestidos con playeras para la ocasión.

Al principio me sentí intimidada y hasta un póco estúpida. Como mi tía ya había tenido experiencias de este tipo, optó por tomar la iniciativa y se acercó a la gente que pasaba cerca de nosotros: "¿quiere un abrazo gratis?". Las personas la veían con desconfianza e incredulidad, algunas rechazaban el ofrecimiento y se iban, pero las que aceptaban recibían un abrazo firme por parte de ella mientras que yo me acercaba tímidamente a secundarla. Después de repetir esta dinámica unas cinco veces más, "salté del nido" y comencé a abrazar a gente por mi cuenta.

Hubo de todo: los que asustados se negaban, los que aceptaban complacidos, abrazos individuales, de grupo, de chicas que aventaban a sus novios con "la chica guapa" para que los abrazara y después ellas se negaban a hacerlo, chicos con intenciones un tanto morbosas, gente que al dar el abrazo lo daba de manera sincera, un gañán que literalmente me tronó la espalda y me sacó el aire, un teporocho que me abrazó más tiempo que el usual, un muchacho que se unió a la causa por un tiempo y hasta una señora que se echó a llorar en los brazos de mi tía pues afirmaba que lo único que ella necesitaba era, justamente, un abrazo.

Casi todos preguntaron cuál era el motivo de tantas muestras de afecto: proselitismo político, evangelización pasiva, una apuesta perdida, una manda cumplida, etc. Pues nada de eso, ibamos con todas las intenciones de practicar la abrazoterapia: la cura de los males emocionales, físicos, sociales y demás por medio del abrazo, por medio del contacto con otro ser humano, contacto afectuoso y de cordialidad. Así nosotros eramos como los transmitores de la buena vibra, pero por cada abrazo que regalábamos, a nosotros nos regalaban uno también. Sin duda alguna, fuimos los más beneficiados.

Y todo esto viene a cuento porque en dos o tres ocasiones que he ido al zócalo de la ciudad me he topado con otros grupos de chicos (especialmente chicas) que andan con sus letreros de abrazos gratis. En todas las veces me he acercado por mi abrazo y he quedado verdaderamente desilusionada. Son de los abrazos más falsos y vacíos que me han dado en mi vida (sin contar aquellos que las abuelitas, mamás y demás autoridades infantiles te obligaban a dar cuando te peleabas con algún amiguito-hermanito). Me da la impresión de que son chicas que se van a exhibir y a sentirse muy cool por estar haciendo algo "raro" y "buena onda". No es una simple suposición, sus actitudes se perciben inmediatamente. Te dan el pseudoabrazo: corto, distante, frío, e inmediatamente después se separan de tí y voltean para cualquier otro lado, como para ver quién las ha observado, como diciendo "bueno, ya está, ahora aléjate". Ni siquiera una sonrisa te regalan, ya no se diga de un apretón de manos o una palmada en el hombro.

¿Por qué esta denigración del abrazo? ¿por qué extraer de este gesto tan hermoso de todo su sentido afectivo? ¿por qué no imprimirle un poco de cordialidad , compañerismo y solidaridad como mínimo? ¿Por qué dar abrazos vacíos? Si vas a ponerte a "regalar abrazos" es porque vas a A-BRA-ZAR, o sea, vas a dar muestras de cariño por medio de un gesto corporal a gente completamente desconocida, no por una estúpida moda de acomplejados.

No amigos míos, no. Los abrazos son un gesto de amor al igual que los besos (en otro post hablaré de ello) y por lo mismo debemos tener cuidado en que cada uno que regalamos tenga aunque sea una pizca de amor y sus múltiples expresiones.

Digan no al pseudoabrazo.

1 comentario:

Mario Waits dijo...

Todos los abrazos que gustes gratis para ti sobre todo hoy en tu CUMPLEAÑOS!!!!!! Deseo lo mejor del mundo para ti.... con infinito cariño y admiración.