07 febrero 2009

Amor y ser (2/3)

:: Nota: Esta es la segunda parte de un post. Para ver la primera da click aquí ::

*Algunos señores filósofos.*

Anteriormente les había platicado de un libro que leí de Edmundo O'Gorman donde se plantea la idea de que un objeto cualquiera no tiene ser en sí, sino que le es otorgado por el sujeto (el observador). De esta idea sacamos que:

  1. El objeto no tiene un ser definido sino cambiante, que además cambia de acuerdo a la mente de su observador.
  2. Si es cambiante, entonces no es esencial.

Si cuando se aplica esta teoría a objetos-objetos, uno ya se enfrenta a cierto grado de choque con su estructura mental, adaptada a objetos-personas la sensación de vértigo es casi inevitable. El mismo O'Gorman ejemplifica esta variante en la teoría ontológica con el caso de una chica que obtiene dos seres diferentes (sólo dos, para no complicarnos demasiado): uno otorgado por su enamorado y otro, totalmente diferente, dado por una persona a la que le resulta indiferente*.

Nuestro ser multiplicado por el número de personas que tengan una opinión (cualquiera que ésta sea) sobre nosotros. Por supuesto, nosotros mismos, siendo sujeto y objeto a la vez, tenemos la posibildad de otorgarnos un ser, pero no es "el Ser", ni siquiera una parte de "el Ser" sino apenas uno entre miles de seres. Reduciendo todo esto [irresponsablemente] a su mínima expresión: somos lo que piensan. O más bonito: somos lo que pensamos.

De esta manera, la posiblidad de "inventarnos" y "reinventernas", es decir, otorgarnos un ser y transformarlo cada vez que lo deseemos, es viable; pero el ser que nosotros nos formemos no tiene por qué coincidir necesariamente con el que se construya la otra gente sobre nosotros y entonces no existe una "esencia" ("el verdaderísimo y autentiquísimo yo" ["v-a yo"]) sino una "mera" opinión.

Retornando: queremos a la gente por lo que creemos que son, no por su "v-a yo", ni siquiera por el ser que la gente se hace de sí misma (que podría ser lo más cercano al "v-a yo"). Nuestro entorno, incluidas las personas, es una representación de nuestro interior; así que el amor, yéndonos a los extremos, es un sentimiento proyectado a nosotros mismos. Aunque tampoco hay que considerarlo como una expresión de egoismo, ya que no está enfocado directamente a nuestro YO, sino a nuestro "YO inconsciente" que hallamos en las otras personas (también de manera inconsciente). Esto no es nada nuevo, ya varias veces he escuchado que cuando uno se enamora, por ejemplo, lo hace porque ve en la otra persona cualidades que le gustaría tener; o que cuando alguna cualidad de otra persona nos enfada enormemente, se trata en realidad de nuestros propios defectos.

Un pensador que afirmaba más abiertamente que no existe una esencia fue Michael Foucault, sólo que él se refería más al género humano que al individuo en particular. Creo que al aceptar que no existe una esencia, se reconocen las posibildades [y realidades] del cambio y la variabilidad (entre individuos y entre las etapas de un mismo sujeto).

José Ortega y Gasset, quien fuera el origen de muchas de las ideas que O'Gorman utiliza para su obra, tiene una máxima que dice:

Yo soy yo y mi circunstancia.

Realmente no he leido nada de este señor, pero he escuchado algo de él en la escuela. A partir de esta pequeña frase podríamos sacar algunas conclusiones: existe "algo" propio del ser humano que, multiplicado por los circunstancias que ésta vive, da como resultado el ser de la persona.

No somos disparados a la existencia como una bala de fusil cuya trayectoria está absolutamente determinada. Es falso decir que lo que nos determina son las circunstancias. Al contrario, las circunstancias son el dilema ante el cual tenemos que decidirnos. Pero el que decide es nuestro carácter**.

Esta otra frase nos revela que ese "algo" es el cáracter, las decisiones. Claro, si nos limitásemos a decir que nuestras circunstancias son las que definen nuestro ser, estraríamos cayendo equivocadamente en el fatalismo. Pero el carácter ¿se forma o es intrínseco a las personas? Porque si se formase, entonces somos circunstancias más el "resultado de circunstancias pasadas"; y si no somos 100% circunstancias ¿qué hace que diferentes personas, inmersas en las mismas situaciones, reaccionan de manera diferente?

Nuevamente: el carácter ¿se forma o es parte de la esencia del individuo?


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*Edmundo O'Gorman, La invención de América, México, Fondo de Cultura Económica, 1984, p. 168, segunda parte, nota 1.
**Fuente: www.proverbia.net