08 febrero 2009

Amor y ser (3/3)

:: Nota: Esta es la tercera parte de un post. Haz click si quieres leer la Primera parte / Segunda parte ::

Después de estar de metiches con los planteamientos de señores dedicados al pensamiento, escudriñemos entre las curiosidades del

*Imaginario colectivo*

A mí me parece que en la idea general del ser existen dos nociones: a) el ser es esencial, b) tiene posiblidades de cambiar (lo cual resulta un poco contradictorio si lo pensamos un poco).

Sobre lo primero tomemos de nuevo al amor como punto de partida: existe algo "esencialmente Menganito", lo cual es el objeto de nuestro afecto. Gracias a este concepto, el amor no es un accidente, no, surge por la excepcionalidad de Menganito; no queremos a Zutanito porque no tiene "eso" de Menganito que tanto apreciamos; en cambio, también amamos a Fulanito, pero no por ser Menganito, sino por ser Fulanito.

Donde se diversifican las opiniones es en cuanto a las circunstancias como parte de esa sustancialidad.

Por una parte, las eventualidades son parte del "v-a yo". Como ejemplo veamos el caso del príncipe Zuko, de Ávatar: la leyenda de Aang (soy fanática, lo siento). En el capítulo "Suko Solitario", el jóven príncipe es acogido por una familia del Reino de la Tierra, luego unos brabucones se llevan al hijo menor de la familia y la madre, desesperada, le pide ayuda a Zuko sin saber que se trata de una individuo de la Nación del Fuego y más que eso: el príncipe heredero. No les haré el cuento largo, mejor vean esta estupenda serie; sólo les adelantaré que los de la Nación del Fuego son los "malos" invasores-imperialistas. En una escena en particular (quería subirla al youtube, pero se pusieron fresas con eso de los derechos de autor y no pude hacerlo) Suko enfrenta con sus espadas, y no con fuego control (pues lo delataría) a los abusivos aquellos.



Al final, el mero mero de los rufianes le da una buena zarandeada y, en el suelo, Zuko recuerda las últimas palabras de su madre:

"Suko: nunca olvides quién eres".

Retomando fuerzas, se levanta con una gran llamarada ante las miradas atónitas de todo el pueblo, le da unas buenas sopleteadas al tipo y lo vence.

Este le pregunta "¿quién eres tú?". Zuko envaina sus espadas y responde magestuosamente:

Mi nombre es Zuko, hijo de Ursa y del Señor del Fuego Osai, príncipe de la Nación del Fuego y heredero del trono.

Los pueblerinos cuchichean asombrados "¡Oh! ¡No es posible! ¡Es el enemigo!" hasta que la voz de un anciano les interrumpe diciendo:


¡Mentira! no es lo que dijiste, no eres un príncipe, eres un exiliado. Su propio padre lo quemó y lo repudió.

Luego... bueno, es despreciado por la gente a la que defendió por "ser quien es".


Otras personas piensan que las circunstancias no son parte del "v-a yo". Tomemos por ejemplo la canción de Christina Aguilera "Lovin me 4 me": "él me ama por mí", no por el dinero, por su profesión, porque sea una estrella de la farándula o porque está guapísima. Supongo que no la ama directamente por todas estas cualidades, sería una frivolidad y una situación tristísima; lo que sí es que todas esas circunstancias han colaborado para moldear ese "algo" (llámese personalidad, carácter, humor, etc.) que son el "v-a yo" (supongo, digo, no quiero definir el "v-a yo"). De esta manera, las circunstancias son parte de ella.

Acerca del ser y su posiblidad de cambio, quizás no sea tan explícito como su carácter esencial; más bien es como si el ser mutara en otro ser (y dejara de ser el Ser-A para convertirse en el Ser-B); como si "el ser" nos abandonara. Consideremos afirmaciones cotidianas como "ya eres otra persona", "no era yo" [como si te poseyeran], "te desconozco", etc. Lo cierto es que si el ser es esencial, nunca se puede dejar de "ser-A" (por más que se quiera "ser-B"), y mucho menos podemos decir que dejamos de "serA" y ya. Nunca se puede dejar de ser.

*La hora de las prguntas*

¿Ustedes qué creen? Las circunstancias ¿son o no son parte de nuestro "v-a yo"? ¿existe el "verdaderísimo y autentiquísimo yo"?

esencia.
(Del lat. essentĭa, y este calco del gr. οὐσία).
  1. f. Aquello que constituye la naturaleza de las cosas, lo permanente e invariable de ellas.
  2. f. Lo más importante y característico de una cosa.

¿Creen que tenemos una esencia? ¿Existe "algo" que nos define permanentemente, algo que nunca cambiará?

Si existe un "yo esencial" ¿qué define esta esencia? Si es tan intrínseco como se dice, entonces tenemos que remitirnos a los humanitos recién nacidos, cuando nada "externo" ha influenciado en nuestro "v-a yo" (aparentemente). Pero un montón de situaciones se han visto involucradas hasta formar lo que coneptualmente se conoce como ser en donde están incluidos los valores, el humor, el carácter, las tristezas, las perversiones, los fantasmas, las alegrías personales, los anhelos. Incluso nuestras máscaras son una expresión de nosotros ¿por qué elegir aquella en lugar de esta otra?

No creo que exista tal cosa como "falso yo" o "verdadero yo", más bien pienso que los humanos somos un complejo ser social, psíquico y emocional con un montón de colores, matices, tamaños y formas (¡en un solo individuo!), algunas veces nos gusta y otras preferimos considerarlas ajenas. Somos una gran decisión, o más bien, somos miles de pequeñas decisiones que, queramos o no, ya hemos tomado. Y seguiremos tomando, conscientes unas veces, otras sin darnos cuenta. Somos una formación cultural contruida a partir de nuestras elecciones entre un sinnúmero de posibilidades; todas ellas externas (después las interiorizamos, claro).

Reivindico el espejismo de intentar ser uno mismo

Repito la pregunta ¿Nuestras circunstancias nos definen? "soy mexicana, soy latina, soy generación 88, soy mujer" ¿nuestras decisiones nos determinan? "soy universitaria, soy historiadora, soy amigable, soy mamona" ¿nuestras relaciones dicen quiénes somos? "Soy hija de Fulanito, novia de Taradito y amiga de Menganita"

No. Creo que nada de eso nos define. Ni siquiera en conjunto. No creo que los humanos podamos ser definidos. No debemos permitir ningún intento de definirnos, y menos por cosas tan triviales. Ni siquiera por nuestros modos: también tengo la facultad/posibilidad de ser mala amiga, estúpida, fea, materialista o ultra-conservadora. Todo aquello es parte de nuestro yo, pero un yo de naturaleza cambiante, sin una esencia estática, imposible de definir.

Wilde ya lo dijo:

Definir es limitar

¿Cómo terminar este enorme post? Pues nada. No sé por qué la gente nos amamos mutuamente, pero es hermoso hacerlo. Tampoco sé bien-bien qué es el ser, pero importa poco, porque igual tengo que ser... y me gusta ¡Tan atolondrada que soy!

1 comentario:

Tevye De Lara dijo...

Y me encantó tu post, un poco más por tu genuino interés en penetrar en la pregunta perenne del qué-somos más que por la claridad y distinción de tus ideas. Efectivamente, el hombre es un ser pendular, cambiante, amorfo, y en ello reside su intrínseca fascinación que lo diferencia de cualquier otro bicho en este mundo. Montagne hablaba del hombre como una "ola en mar a la deriva, que a veces acaricia la tierra y otras la inunda." Somos siempre los mismos, pero no siempre lo mismo, y ahí reside el prodigio de nuestra especie: ser capaces de reinventarnos sin tener que destruirnos, facultad ontológica que debemos celebrar. Y si nos pensamos como objetos en función de la perspectiva ajena, perdemos todo lo que tenemos de esencial; si el hombre es su circunstancia, se cancela toda posibilidad de verdadera genuinidad. La circunstancia sólo es el determinante de los humores, de los vaivenes, nunca de la esencia del hombre, de su sustancia. Descartes reconoce esta sustancia independiente en el hombre en su cogito ergo sum, no como secuencia lógica (pienso--->existo) como muchos lo malinterpretan, sino como axioma: idea clara y distinta. No somos nuestros pensamientos, nuestros pensamientos nos avisan que somos, porque si tengo pensamientos, soy capaz de producirlos. Somos verdaderas esencias en continuo concierto, aprendiendo de y para los demás (y para nos-mismos, ¿por qué no?).

En cuanto al amor, la confusión posmoderna coadyuvada por una sociedad sobrepublicitada hace que el término se confunda, trivialice y bastardice. Y en este tema nos tenemos que referir necesariamente a la evidencia empírica con examen riguroso. Porque el amor no tendría que vincularse con ninguna concepción que lo hiciera signo externo de algo más, el amor es en sí y para sí, un fin y no un medio. Amar incondicionalmente representa, pues, una redundancia, se ama la esencia, nunca el accidente. En fin, escribe un post sobre tus evidencias empíricas en lo amoroso, para que pueda juzgar mejor de tus pensamientos.

Un abrazo