Hay días en que me pesa el corazón. Tanto me pesa que debo inclinar mi cuerpo y agachar la mirada para poder seguir caminando y entonces se arrastra por el suelo porque se llena de preguntas [sin respuestas], de anhelos [insatisfechos], de sueños [truncados] y de amor [desconfiado]. Angustiado se esconde entre mis senos y desde su jaula de costillas observa incrédulo su alrededor, tiembla ante el paso del tiempo y llora vida y sangre hundido en su temor.
En esos días lo tomo entre mis manos y de un soplido le quito las grandes pelusas pesadas que lo sujetan, le coloco dos alas verdes de papel y engrudo y lo echo al cielo. Lo vuelo para que se aleje de la tierra por un momento y en el viaje logre desprenderse de la envidia, la ambición, la pretención y el egoísmo; para que olvide la agobiante obligación de ser feliz y en la sencillez de su revoloteo encuentre la auténtica felicidad.
Entre subidas y bajadas, marometas y clavadas explora el firmamento buscando a quien escuche, abrace, se deje besar y desnudar, un compañero con quien hacer el amor de día y de noche, en un cuarto oscuro, bajo la lluvia, en un pantano o en el parque, en medio de la gente.
Después aterriza riendo rítimicamente en mi pecho, inspira profundo y se hincha de imaginación. Ya puede recrear el mundo y lo transforma.
Y nos vamos a jugar por ahí... visitamos las tristes letras de un "tal vez" e intentamos colocarles una sonrisa, invitarlas al recreo. Creamos juegos entre tinta, teclas, música y garabatos. Observamos alegres el pasto, los perros, las hojas y las palabras. E inevitablmente empiezo a flotar.
1 comentario:
Adriana! Tiempo sin pasar por aqui, espero que todo este muy bien, fijate que a veces creo no tener corazón, que simplemente eso no existe pero de pronto lo siento latir y recuerdo que vivo feliz teniendolo, sólo pasa de vez en cuando pero me da miedo...
En fin sólo te cuento eso jajaja, cuidate mucho!
Saludos!
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